En este artículo reproduzco palabra por palabra un texto escrito por mi amigo Esteban Isnardi y en el que coincido de principio a fín:
Musicalidad no es hacer coincidir los pasos con los instrumentos de una canción precisa, de un minuto preciso a otro minuto preciso.
Lo digo y lo repito, no me canso de repetirlo.
Eso es coreografía.
Musicalidad es ayudar al alumno a entender la estructura de una canción, y que eso le pueda servir, sea cual sea el tema que tocan en las fiestas.
Musicalidad es darle al alumno herramientas para hacer los paseos y desplazamientos idóneos en la introducción, para saber cuándo en el montuno puede meter figuras complicadas, qué es la bomba, cuándo puede haber “pase” o “licencia” de clave y qué hacer ahí.
Musicalidad no es preparar una clase de modo milimétrico para que tal movimiento de plexo, tal aislamiento de hombros, coincida exactamente con ese piano o aquel trombón.
Musicalidad es hacerle comprender los diferentes ritmos, por ejemplo, que componen una timba. Cuándo aparecen, o sea cómo reconocerlos y cómo interpretarlos.
Pero el alumno sigue pagando muchas veces para que le llenen el ojo.
Para que le embriaguen el oído.
El ofrecimiento no debe corresponder a la demanda.
El ofrecimiento no debe corresponder a la demanda.
El ofrecimiento no debe corresponder a la demanda.
En todo caso en el baile.
Hay que educar la demanda.
Fdo: Esteban Isnardi